miércoles, 6 de junio de 2012

SUS OJOS NO LO VIERON ,PERO NAVEGO ENTRE ZUMAIA Y HONDARRIBI

"Cierra los ojos y velas"

La donostiarra Ania Miner, ciega de nacimiento, relató ayer en el Museo Marítimo la travesía que realizó entre Zumaia y Hondarribia a bordo de un velero

ANIA, que es ciega de nacimiento, vivió el pasado mes de septiembre una experiencia inolvidable. Navegó por aguas del Cantábrico a bordo de un velero de casi 14 metros. Realizó la travesía Zumaia-Hondarribia junto a otras tres personas, también con problemas de visión. Y todas ellas patroneadas por Floren Probenza, un experto navegante. Esta donostiarra tuvo la oportunidad de manejar la rueda del timón y sentir "la inmensidad del mar". "Fue como volar", recuerda, "no había barreras, era un gran sensación de libertad". Así lo contó ayer en el Museo Marítimo, donde impartió una conferencia bajo el título Cierra los ojos y velas.

Ania Miner confiesa que siempre ha sido "un poco aventurera". "Me apunto a todo lo que me echen", dice. Y así es. En junio del año pasado se animó a hacer un curso de navegación para invidentes que organizó la empresa náutica que dirige Floren Probenza en Zumaia. A raíz del curso surgió la idea de realizar una travesía. "En un principio íbamos a venir a Bilbao, pero el tiempo nos jugó una mala pasada y tuvimos que ir a Hondarribia". A pesar de ello, la experiencia fue "increíble". "El poder manejar un objeto tan grande sin barreras de ningún tipo, sin nada que impidiese que el barco avanzara, fue estupendo", señala. También pudo sentir el vuelo de los peces-luna o el flamear de las velas. "Aunque los ciegos no podamos ver, sabemos, por el ruido, si la vela está inflada o no", aclara. Le gustaría repetir la aventura, pero duda de que alguien, las instituciones, sobre todo, estén dispuestas a subvencionar este tipo de experiencias.
Mientras surge una nueva oportunidad náutica, Ania sigue adelante con sus próximas aventuras. Por ejemplo, irse este verano a Estados Unidos. "Voy a visitar a unos amigos y aprovecharé para ver si surge alguna oportunidad de trabajo", dice. Va a tantear esa posibilidad ya que Ania está convencida de que "mi futuro está en el extranjero". Aunque le faltan dos asignatura para acabar Derecho, no cree que pueda dedicarse a ejercer "porque la jurisprudencia no está informatizada, todo es papel". A ella lo que verdaderamente le gusta son "las cuestiones de accesibilidad y la tecnología accesible", que es en lo que es experta, como así figura en su tarjeta de presentación. "En Euskal Herria y en el Estado español estamos a años luz de Europa y Estados Unidos en esas cuestiones", señala. Por eso quiere poner rumbo al país de las oportunidades. Gracias al dominio del inglés y a su espíritu aventurero ha viajado por medio mundo. Se fue hace dos veranos como cooperante a India y Nepal, y recientemente ha estado en Alemania en un congreso sobre tecnología accesible. Allá donde va se maneja con el GPS de su iPhone y si no, como cuando fue a Asia, con el preguntófono, "que funciona muy bien en todas partes".

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