«Otros cinco minutos más en el agua y no sé qué habría pasado»
Un grupo de arrasatearras viajaba
en un velero que volcó el sábado en la bocana de Zumaia. Regresaban de
una «magnífica jornada de regatas» cuando una gran ola golpeó al barco
en la popa, volteó el velero y 4 hombres cayeron al mar
KEPA OLIDEN | DIARIOVASCO.COM |
Si te pasa en verano, cuando navegas en bañador y el agua
está a una temperatura agradable, nadas hasta la playa y sales por tu
propio pie». Pero la escapatoria no resulta tan sencilla si caes al mar
en invierno, vestido con gruesas ropas de abrigo, el agua a 11 gélidos
grados y grandes olas batiendo sobre ti. Es lo que les sucedió a Eugenio
Arregi y a otros 3 tripulantes del velero zumaiarra volteado por una
ola el pasado sábado. Salvo el patrón, los seis tripulantes que iban
abordo del velero de 12 metros de eslora son arrasatearras aficionados a
la navegación. Eugenio Arregi y su hijo Mikel participaban en un regata
junto con los también mondragoneses Mitxel Gaztañaga, Iban García,
Gorka Martín y J.M.I.
Había sido una «magnífica jornada» de regatas,
«perfectamente navegable con una mar de 2-3 metros», explicaba Arregi,
que a lo largo de sus 18 años en la mar ha salido a navegar «en no pocas
ocasiones con bastante peor mar».
Regresaban de participar en una regata de la liga de
invierno disputada entre Zumaia y Getaria cuando, hacia las 15.00 horas,
enfilaron la entrada de la bocana del puerto de Zumaia. Un vídeo
grabado por Gabi Aymat, y que ha corrido por internet como un reguero de
pólvora, recoge el instante en que el velero patroneado por un vecino
de la localidad busca, tras dar algunas vueltas, el momento propicio
para adentrarse en la ría aprovechando un intervalo en el oleaje. La
maniobra se realizó «a la perfección», según Arregi. Pese a que las
condiciones «empeoraron al arreciar el viento y coincidir con la
bajamar, el patrón realizó una maniobra de manual» testimoniaba este
marino aficionado arrasatearra.
El patrón puso el velero a toda máquina rumbo a la bocana.
«Dos terceras parte de la eslora ya estaban al abrigo del dique cuando
una ola inmensa impactó contra la popa, viró la nave hasta colocarla de
través y nos golpeó directamente en la banda de estribor». Eugenio no
vio venir la ola pero sí oyó «su rugido».
El velero es volteado por la ola y cuando adriza y vuelve a
enderezarse sobre la quilla, solo 3 de los 7 tripulante permanecen
abordo. «Mi hijo Mikel tuvo tiempo de agarrarse al mástil, se sumergió y
volvió emerger asido al palo; Gorka se hallaba en ese preciso momento
en las escaleras de la cabina y, tras golpearse sucesivamente contra una
y otra pared de la escalera, se mantuvo en la cubierta, y Mitxel, que
iba en proa, fue el que el menos embate sufrió y pudo mantenerse abordo
gracias a que se aferró a las cuerdas y redes para afianzar las velas».
Quien esto narra no tuvo tanta fortuna y cayó al mar junto
con el patrón y otros dos hombres. Todo fue tan repentino que «no tuve
tiempo ni para asustarme» asegura Arregi. Pero sí lo tuvo para hacerse
una brecha detrás de la oreja y sufrir varias contusiones. El patrón «se
fracturó un dedo». Gafas, móviles y demás objetos personales fueron a
parar al fondo de mar. Además, al volcar el velero «la cubierta se me
vino encima y me sumergió en el agua» contaba Arregi. Afortunadamente,
el barco adrizó y los náufragos pudieron salir a la superficie, aunque
no sin dificultades.
Dos con chaleco salvavidas
Todos los tripulantes iban vestidos con gruesas prendas de
abrigo pero solo dos de ellos vestían chalecos salvavidas. «Ni el patrón
ni yo los llevábamos porque no se trataba de una jornada de navegación
complicada. Solo los portaban quienes debían realizar maniobras en
proa». Pero estos dos chalecos resultaron providenciales. «Gracias a
ellos nos salvamos» enfatizaba Arregi.
El peso y el volumen ocasionados por la ropa mojada les
dificultaba mantenerse a flote y les imposibilitaba nadar entre el
oleaje y las corrientes. De manera que Arregi y el patrón se aferraron a
los compañeros que portaban chalecos y permanecieron 8 eternos minutos
en las gélidas aguas. «No sé lo que hubiera pasado si se demoran 5
minutos más en rescatarnos».
Entre la hipotermia y las dificultades para mantenerse a
flote, podría haber ocurrido una tragedia. «Podríamos habernos hundido y
arrastrado con nosotros a los que portaban chalecos» decía este amante
de la navegación.
Rescate
Pero el rescate venía ya en camino. Mikel y los otros
tripulantes que se mantuvieron a bordo lograron adentrarse en el abrigo
de la ría y dar aviso por radio a la capitanía del puerto zumaiarra.
Pero antes de que la capitanía desplegara su operación de rescate, el
trasquilado velero se cruzó en la ría con una fueraborda grande que
salía al mar. Mikel Arregi, a gritos, informó del accidente a los
tripulantes de la embarcación, un matrimonio con dos hijos que se
disponía a aventar en el mar las cenizas de un familiar recientemente
fallecido. Ellos fueron los primeros en llegar al lugar del naufragio.
El dueño de la embarcación, un submarinista local, volvió sobre sus
pasos para dejar a sus hijos en el velero y embarcar a Mikel para que le
ayudara en las tareas de rescate. El submarinista, su esposa y Mikel se
dirigieron inmediatamente a donde se encontraba los 4 hombres que
pugnaban por mantenerse a flote en el agua. Estos llevaban exactamente 8
minutos a merced de las olas. La última «me separó del compañero en
cuyo chaleco me apoyaba» recordaba Eugenio. Solo, helado y sin
agarradero para mantenerse a flote, Arregi fue asido y arrastrado por
sus rescatadores hasta la seguridad de la bocana e izado a la
embarcación. El siguiente fue el patrón, y por último los dos que
llevaban chalecos salvavidas.
Por fortuna, todo quedó en susto morrocotudo, pero el
arrasatearra Eugenio Arregi confesaba que este incidente «no me va a
hacer abandonar la navegación», una afición y una pasión que cada dos
fines de semana seguirá practicando junto con su hijo Mikel y otros
'lobos de mar' de tierra adentro.
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