domingo, 29 de abril de 2012

ZUMAIA Y EL MAR

Una visita guiada se adentra en la rica y fascinante historia que une a Zumaia con el mar

La historia de Zumaia está cubierta irremediablemente por el salitre que desprende el mar Cantábrico. Una historia unida al mar, plagado de armadores y navegantes, piratas y marineros, promotores industriales y pescadores. Historias trágicas de accidentes y de antiguos zumaiarras enriquecidos por los frutos de este mar, siempre testigo del devenir de un pueblo. Una visita guiada que partirá mañana a las 16.30 desde la oficina de turismo se adentra en esta fascinante Historia, en mayúsculas. Para apuntarse pueden llamar al 943143396 o hacer su reserva en la web www.geoparkea.com.
La visita comienza en el parque Gernika, con las gradas de los Astilleros Balenciaga a la vista en la otra orilla del río Urola. Acompañados por la guía Violeta Bandrés, se emprende un viaje en el tiempo hasta el siglo XVI, en el que se dio inicio a la industria de la construcción naval, uno de los pilares de la actividad industrial de la época (junto con las ferrerías congregadas junto al Narrondo) y que se ha extendido en el tiempo hasta la actualidad. Zumaia y sus alrededores contaron en aquel entonces con 10 astilleros, repartidos en las riberas del río Urola, que utilizaron la madera procedente de los bosques que poblaban los montes cercanos. Tras la crisis de los siglos XVII y XVIII, la construcción naval resurgió a finales del XIX, para en el siglo XX convertirse en motor industrial de Zumaia. Decenas de astilleros ocuparon las orillas del río Urola. Hoy en día, únicamente los Astilleros Balenciaga, con sus 90 años de historia, mantienen esta actividad.
Siguiendo el parque Gernika, que ocupa el espacio del antiguo muelle de Moilaberri, punto donde se asentaron varias empresas y que contaba con su propio ramal del ferrocarril del Urola, se llega al casco urbano. Pasando bajo la mirada del busto de Aita Mari, socorrista que pereció ahogado en Donostia en 1866 cuando cumplía con su labor, salvar vidas, se llega a las gastadas escalinatas desde las que se accede a Mari Kalea, con la amenazante mole de la parroquia como testigo. Y es que la iglesia aloja en su seno algunas obras pictóricas que van unidas a la historia marinera de Zumaia.
Capillas de armadores
Las dos capillas que flanquean el altar mayor fueron fundadas en el año 1504 y 'sorteados' por la Iglesia de la época entre las familias adineradas de la época, gran parte de ellas armadores.
La capilla de San Bernabé, a la derecha del altar mayor, alberga el tríptico de la familia Elorriaga, que en 2010 fue catalogado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco como Bien Cultural, con la categoría de Monumento. De familia de armadores y mercaderes, Juan Martínez Elorriaga encargó esta obra a comienzos del siglo XVI en un viaje que realizó a Flandes.
A la izquierda del altar se halla la capilla de San Antón, con el tríptico de la familia Sasiola, «quien tuvo una gran influencia en la corte de los Reyes Católicos, llegando a ser embajador de Castilla en Inglaterra durante el reinado de Enrique VIII».
Más escondida, en uno de los laterales de la nave, se abre una pequeña capilla que guarda la tabla votiva encargada por el navegante Juan Martínez Mendaro, quien encabezó la escuadra castellano-leonesa en la batalla contra Portugal acaecida en Gibraltar el año 1475, y en donde falleció uno de sus hijos. La tabla data de ese mismo año y se considera como la primera obra que aúna arte religioso y bélico.
Tras el ascenso al campanario, desde la que se puede admirar una vista de Zumaia y sus alrededores, se cruza el casco viejo de la villa para llegar al palacio de Ubillos, actual sede de la Musika Eskola, y en su momento residencia de una familia que acumuló su riqueza gracias al comercio con las Indias. «Después del descubrimiento de América por Colón, muchas familias vascas emprendieron el comercio con aquellas tierras, y entre ellas estaban los Ubillos». El edificio es, además, una muestra de la reconversión urbana de las casas torre en palacios renacentistas.
La visita guiada concluye en la Cofradía de mareantes, con su sala de ventas donde antaño se subastaban los lotes de pescado. La extraña maquinaria que se utilizaba para la subasta domina esta en sí pequeña y oscura sala. Los pescateros de la época se sentaban en asientos numerados e introducían una bola con la misma cifra en unos orificios de la máquina. Los asientos estaban unidos a la maquinaria mediante unos cables que iban bajo el suelo. Una vez divisaban el lote de su gusto, los pescateros accionaban una palanca en el reposabrazos, y la rapidez o el simple azar determinaba quien se llevaba el lote en cuestión. Este aparato, abandonado en su momento, fue restaurado e reinstalado hará unos años en el lugar que nunca debió dejar.
La visita tiene su epílogo, como no, gastronómico. Los participantes en este recorrido por la historia naval de Zumaia podrán saborear un pintxo de productos de la mar en uno de los bares del casco. Nada mejor para macerar lo aprendido en este viaje en el tiempo.

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